viernes, 11 de abril de 2014

¿Disponible chica imposible?

Un amigo me manda un mail preguntándome qué tal estoy. Hace unos días le escribí. Nuestras vidas están empadronadas en códigos postales diferentes. Y aunque estuviesen en el mismo, lo más seguro es que tampoco nos viésemos. Por esa dificultad absurda que le buscamos a las excusas sin sentido. Porque podríamos hacer por coincidir y decirnos directamente lo que tecleamos de madrugada. Y esta vez me dice que hace poco soñó conmigo. Y me escribe que fue muy real. Estábamos en el patio del colegio jugando a aquello de “al jardín de la alegría quiere mi madre que vaya...” y me cogía e íbamos los dos haciendo el trote emparejados por el pasillo que formaban el resto de compañeros de clase. Y después me dejaba, y cada uno se iba a su sitio. Él se quedaba mirándome a los ojos, deseando besarme. Y de pronto, se acabó el soñar. No pudo darme un beso siquiera. Y me escribe: Qué difícil eres, hasta en sueños.

Pero yo no creo que sea cierto. Yo también tengo ganas de perderme en el roce de unos besos escondidos. Porque esos son los mejores. Pero no siempre es posible. Y eso que yo también sueño con él. Y pienso en tumbarme en su ombligo y jugar a tatuarnos mensajes en la piel. Pero no es posible. No esta noche. Ni mañana tampoco.

De pronto suena un mensaje en mi móvil. “Te esperaba. No sabía cuando, pero deseaba que aparecieras. Te echo de menos. Porque en sueños no eres bastante”. Y contesto con un “Eres tan dulce que apeteces”. No espera para responderme un “Pues no tienes nada más que decirlo. Your wish is my command”. Y empiezo a pensar.

La vida realmente es imprevisible. Cuando quieras, quiero. Y entonces no encuentras quien quiera quererte. Y entonces no quieres. Y definitivamente cuando decides acostumbrarte y seguir hacia delante en solitario, te asaltan los deseos lanzados al aire. Esos que vienen de atrás. De cuando tú querías y ellos no. Y no es justo.

No se hablar en presente. Siempre lo hago en pasado o futuro. Porque me cambiaste por alguien mejor. Aunque finalmente no lo fue. Y ahora me preguntas si estoy disponible.

Me gustaría parar el tiempo. Dejarlo quieto unos minutos. Y hacer tonterías a tu lado. Y a otros lados. Claro que quizá no necesito ningún tiempo muerto. Porque tengo el mío. Ese que espero poder darte cuando no sea imposible. Cuando me pilles con la guardia baja y te diga que si quiero. Que te besaré, te abrazaré y te mimaré hasta que suene el despertador por la mañana y los dos salgamos corriendo. Como siempre hemos hecho en sueños. Porque no quiero fugarme contigo entonces me dices que el café te lo puedes tomar sólo. Que para desear algo que no te vas a poder comer ya están las pastelerías. Y quieres que me corra contigo porque piensas en lo mejor para mí. Y eso lo llamas amor. Y eso lo llamas romanticismo. Y yo preguntándome qué me he perdido. Y tú contestándome que me he regalado sin motivo.

Y entonces dejo de escucharte. Dejas de importarme. Y vuelvo a ser la chica imposible que se escapa de tus sueños. Aunque me jures que piensas en mí. Porque hay pensamientos que hieren. Y cuando no los hay, también.

Y cuando ves que me alejo, para no perder tu oportunidad, me pides que no pierda la paciencia contigo. Que te puedes adaptar a mi molde. Como un bizcocho antes de hornear. Sólo hay que dejarte enfriar un poco, pero no demasiado. Es tan difícil valorar cual es la temperatura adecuada antes de hincarte el diente que por hoy desisto.

Y entonces me avasallas a preguntas. Para que no escape.
- Yo qué pinto en tu vida?.-
- Pintarás lo que tengas que pintar.- Te respondo
- Y qué tengo que pintar? Lo sabes? .- Insistes
- No. Y tú ? .- Añado
- Se lo que me gustaría.- Afirmas. - Porque nunca te lo he ocultado. Eres una mujer muy interesante. Incluso a veces me das miedo.
- Miedo? Por qué? .-
- Porque si tuvieses necesidad de mentirme lo harías. Y no te importaría. Porque no sabes lo que quieres, pero si lo que no quieres. Y haces lo que necesitas en cada momento. Sin piedad. Y hoy que no estás disponible, resulta que quien te necesita soy yo.

Y yo ya no digo nada.

No hay comentarios: